
Algunas veces sucede que te vuelves uno, en algunos raros momentos. Observas el océano, lo tremendamente salvaje que es y de repente, olvidas tu división, tu esquizofrenia, te relajas. O, caminando por los Himalayas, viendo la nieve virgen de las cumbres de los Himalayas, de repente te rodea una quietud y no es necesario que seas falso, porque no hay otro ser humano ante el cual ser falso. Te sientes en armonía. O, escuchando una hermosa música te haces uno. Siempre que en cualquier situación te vuelves uno, una paz, una felicidad, una bendición te rodea, surge en ti: te sientes pleno.
No es necesario esperar estos momentos
extraordinarios: estos momentos pueden convertirse en tu vida natural. Estos momentos extraorinarios pueden volverse momentos ordinarios. Este es todo el esfuerzo del Zen. Tú puedes vivir una vida extraordinaria dentro de una vida ordinaria: cortar la madera, preparar la leña, llevar el agua del pozo; puedes estar tremendamente en paz contigo mismo. Limpiar el piso, preparar la comida, lavar la ropa... Puedes estar perfectamente en paz, porque el tema en su totalidad tiene que ver con llevar a cabo tu acción de forma total, disfrutando, gozando con ello.
Osho, Dang Dang Doko Dang, Capítulo 3.